Bota al contingut principal

Bienvenida Gil Pacheco, de 45 años, ha vuelto a las puertas del Ayuntamiento de Elche. Durante más de una semana de finales de julio permaneció en huelga de hambre. Tuvo que levantar la huelga por prescripción médica y el campamento por presiones del equipo de gobierno, justo antes de que comenzaran las Fiestas de Agosto. Ahora ha vuelto para reclamar lo que ya reclamaba: un trabajo digno o unas prestaciones mínimas para poder salir de la situación de pobreza extrema en que se encuentra.

 

Desde Dones amb Compromís y Compromís per Elx “nos sumamos a las reivindicaciones de Bienvenida Gil y nos solidarizamos con ella. Queremos, además, ir más allá de sus reclamaciones y poner de manifiesto, a partir de su caso, la feminización de la pobreza favorecida por sucesivas reformas laborales patriarcales y capitalistas, y la necesidad de aplicar políticas concretas que nos rescaten, a las mujeres, del peligro social a que nos vemos abocadas al llevar a cabo trabajos sumergidos”.

 

En el contexto de la crisis, el empeoramiento de las condiciones laborales nos sitúan en una posición aún más precaria: gran parte del trabajo sumergido era, -y aún es- llevado a cabo por mujeres cuidadoras, limpiadoras o encargadas de trabajos manufacturados como los relacionados con el zapato o las empresas textiles. La mayoría de veces, además, dentro del ámbito doméstico. De estos tres sectores hay que destacar lo que tiene que ver con el cuidado de niños, personas mayores o dependientes, que representa, en España, un 80% de la economía sumergida, con el agravante para las mujeres que no nos hemos podido acoger a las ventajas de la Ley de Dependencia para que los trabajos de cuidado se convirtieran en trabajos dignos y asegurados.

 

Creemos, pues, que es necesario poner de manifiesto la economía sumergida que afecta especialmente a las mujeres y, actualmente además, las mujeres inmigrantes. Hay una regulación específica para estos colectivos con el fin de evitar la desprotección laboral y social en que se encuentran, sin poder acceder a los derechos y prestaciones que proporciona el trabajo con contrato, tal y como ponen de manifiesto casos como el de Bienvenida Gil.

 

Pensamos también que desde la administración se deben favorecer trabajos de calidad que permitan a los colectivos específicos de mujeres prescindir de una ocupación no declarada. De modo que la inserción laboral no consista en crear empleo de corta duración, inestable o con salarios que no aseguren la cobertura de las necesidades básicas.

 

Estudios recientes demuestran que en las comarcas del sur del País Valenciano la economía sumergida representa el 25,9% del PIB, la más alta de todo el territorio valenciano, también por encima de la media estatal que es del 24.6% en hombres y del 28% mujeres. La precariedad de las mujeres, pues, es mayor respecto a la de los hombres, con salarios más bajos y más dificultades de acceso al mundo laboral. Casos como el de Bienvenida Gil evidencian la urgencia de una perspectiva de género en la redacción e implantación de las políticas económicas y de empleo.